miércoles, 7 de marzo de 2012

De ciudadanos a consumidores: transiciones del siglo XXI



¿Es posible que de alguna forma la manera de consumir altere las posibilidades y las formas de ser ciudadano? Hombres y mujeres perciben que muchas de las preguntas propias de los ciudadanos se contestan mas en el consumo privado de bienes y de los medios masivos que en las reglas abstractas de la democracia o en la participación colectiva en espacios públicos. Basta observar el entorno que nos rodea hoy en día en la vida moderna para hacernos la pregunta ¿somos vistos como ciudadanos o como entes consumistas?, y de la misma manera analizar como nos comportamos y de que forma pensamos, para que nos demos cuenta que muchas veces somos vistos y nos comportamos como entes consumistas.



Uno de los elementos ideologizantes y de mayor influencia en una sociedad son los medios de comunicación. Actualmente se ve de forma muy marcada en el contenido de la programación de la mayoría de los canales nacionales e internacionales como se van tornando mas vacíos, es decir, menos educativos y culturales y mas pornográficos y vanos; donde somos espectadores de un estilo de vida transcultural, materialista, superfluo y consumista donde la felicidad parece radicar en las posesiones o dicho de otra manera en cuanto se puede llegar a tener e inclusive pareciera que de alguna manera las personas son ubicados en la sociedad en función de nuestra capacidad de bienes y no de nuestro nivel de educación, ética o desarrollo espiritual y personal. En relación esto podemos ver como somos impulsados a este estilo de vida cuando en un programa de 30 minutos el televidente es bombardeado con alrededor de 12 minutos de propagandas, abarcando casi la mitad de la programación en publicidad. 

De igual manera pasa con las revistas en las cuales cada dos páginas tenemos una página de publicidad y donde en muchos casos el resto del contenido habla sobre las últimas tendencias lo que se traduciría en más consumo poniendo lo pasado ya obsoleto e impulsando a adquirir lo nuevo en el mercado. Estos son solo pequeños ejemplos del brutal bombardeo publicitario del que somos victimas a diario en nuestras vidas y del que quizás muchas veces no somos conscientes aunque de igual forma implantan una idea subliminalmente (que por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente pero influye en la conducta).

Es inevitable pensar que el fenómeno del consumismo mueve las masas de tal manera que en muchos casos las personas dejan de adquirir productos de primera necesidad para destinar su dinero a la adquisición de productos que han sido promovidos por maniobras publicitarias. En este aspecto podríamos preguntarnos si somos vistos por los medios de comunicación o por el sistema, como una masa de ciudadanos pensantes, con la necesidad de ser informados, educados, de expresar sus problemas e ideas y participar. O como una masa de entes consumistas adoctrinados para el consumo inconsciente y sin medida.

Resulta lógico que gran parte de la publicidad que vemos u oímos pertenezcan a grandes transnacionales puesto que una empresa pequeña de producción local no tiene los bastos recursos que una gran campana publicitaria amerita, lo que impacta en otros aspectos como la transculturización y el debilitamiento de la economía local.

Hasta la década de los noventas comer como venezolano, colombiano o brasilero era no solo guardar tradiciones específicas sino alimentarse con los productos de la propia sociedad, que estaban a mano y solían ser más baratos que los importados. De la misma manera cualquier objeto resultaba más accesible si eran nacionales. El valor simbólico de consumir lo nuestro estaba sostenido por una racionalidad económica. Buscar bienes y marcas extranjeras era un recurso de prestigio y a veces una elección de calidad. Internacionalización parecía ser un símbolo de estatus, hoy en la cambio con la globalización esto parece haber dado un giro.

Lo que diferencia a la internacionalización de la globalización, es que en el tiempo de internacionalización de las culturas nacionales se podía no estar contento con lo que se tenía y buscarlo en otra parte. Pero la mayoría de los mensajes y bienes que consumíamos se generaban en la propia sociedad, y había aduanas estrictas, leyes de protección a lo que cada país producía. Ahora lo que se produce en todo el mundo esta aquí y es difícil saber que es lo propio. La internacionalización fue una apertura de las fronteras geográficas de cada sociedad para incorporar bienes materiales y simbólicos a los demás. La globalización supone una interacción funcional de actividades económicas y culturales dispersas, bienes y servicios generados por un sistema con muchos centros. En el que importa más la velocidad para recorrer el mundo que las posiciones geográficas desde las cuales se actúa.

Pero una visión integral también debe dirigir la mirada hacia los grupos donde las carencias se multiplican. El modo neoliberal de hacer la globalización consiste en reducir empleos para reducir costos, compitiendo entre empresas transnacionales que no se sabes desde donde se dirigen de manera que los intereses sindicales y nacionales casi no pueden ejercerse. Todo esto lleva a que mas del 40% de la población de Latinoamérica este privada de trabajos estables y seguridades mínimas, sobreviva en las aventuras también globalizadas del comercio informal, de la electrónica japonesa vendida junto a ropas del sudeste asiático junto con artesanía locales en los alrededores de los semáforos en esos vastos suburbios que son los centros históricos de las grandes ciudades. Hay pocas razones para estar contentos mientras lo que llega a todas partes se ofrece y se disemina para que algunos tengan e inmediatamente olviden.

Para Vincular el consumo con la ciudadanía es necesario ensayar una reubicación del mercado en la sociedad, intentar la reconquista imaginativa de los espacios públicos, del interés por lo público. Así el consumo se mostrara como un lugar de valor cognitivo, útil para pensar y actuar significativa y renovadoramente en la vida social y con conciencia ambiental.

Autor: Pedro Fermín, Giovanni Rodríguez, Simón Erbsland

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