lunes, 12 de marzo de 2012

Claves para Entender a Venezuela. Una Economía Rentista Unidimensional


Para escribir sobre el proceso industrial venezolano, es necesario dar una visión retrospectiva de lo que ha sido su evolución histórica, aunque sea a grandes rasgos,  pues siendo Venezuela tradicionalmente un país mono productor que depende casi exclusivamente del petróleo para vivir,  el desarrollo de sus industrias o sector secundario de la economía ha quedado relegado o en todo caso sin alcanzar mayores avances, acentuando aun más el carácter de dependencia que achaca a la región en lo que se refiere al crecimiento diversificado. Muchos son los factores que han incidido para que este aspecto negativo permanezca todavía como un obstáculo para crecer en la fase de la producción económica de los bienes de capital, piezas, partes e insumos, que consiste precisamente  en la transformación de las materias primas en productos elaborados o manufacturados para la  distribución y consumo de la nación. 
Se  señala históricamente en primer plano,  la incorporación tardía del país al proceso de industrialización que  se inició en América Latina y donde Venezuela se fue  quedando rezagada en este desarrollo porque  la bonanza petrolera y la abundancia de divisas generadas por este renglón desataron  la importación de bienes de consumo tales como ropas, calzados, equipos electro-domésticos, alimentos y un sinfín de productos. Estos  ocuparon un largo historial de consumo en la primicia del venezolano e igualmente el sector industrial. Cabe destacar que también prefería comprar maquinarias importadas relativamente accesibles  y  contratar procesos industriales “llave en mano” en la industria pesada (siderúrgica, del hierro) que solo le aseguraron rentabilidad y manejo tecnológico a las empresas foráneas. A este panorama perjudicial para la industria nacional, se le sumó posteriormente la falta de inversión, la escasa o casi nula preparación del recurso humano para operar las complejas máquinas  que requerían de alto conocimiento tecnológico, importación de bienes de capital, materias primas y la poca atención de la problemática existente. Además conspiraron contra este desarrollo acentuando más su dependencia  de Estados Unidos y Europa que a través de empresas multinacionales dominaron  la industria en todas sus fases tanto de explotación, fabricación y venta, (industria del aluminio) anulando prácticamente la capacidad de ventajas comparativas y competitivas de nuestra limitada manufactura en los mercados internacionales. Aun cuando el objetivo principal de la política de industrialización fue diversificar la economía a través de la producción y las fuentes de ingreso para romper con la dependencia del petróleo como fuente única de divisas e ingresos fiscales, en la actualidad este panorama no está lejos de desaparecer porque aunque se han hecho esfuerzos significativos en los denominados parques tecnológicos del país para formar recursos técnicos de alto nivel,  con aportes significativos  del conocimiento científico de las universidades, los intentos parecen minimizados por la falta de aportes para los centros de investigación y desarrollo además de  la desconfianza en las universidades. La misma política de sustitución de importaciones conspiró contra esos buenos intentos de independencia económica no petrolera, pues los precios de este renglón están sometidos a las fluctuaciones del mercado mundial dictando la pauta. Por otra parte el discurso político y económico incorporó la variable industrial como éxito de la industria petrolera y generadora de ingresos públicos, lo que llevó a la elaboración del primer censo industrial en 1936 y posterior financiamiento de las empresas a través del llamado Banco Industrial de Venezuela. Se vislumbraba otra visión, la política del estado hacia el proceso de independencia económica no petrolera, se centró en la sustitución de importaciones creando una industria siderúrgica que se suponía tendría integración vertical con la metalmecánica y en especial con la automotriz,  pero sin resultado exitoso pues fueron pocas plantas de ensamblaje y pequeñas industrias la que se desarrollaron en el país.  Surgieron entonces las nuevas organizaciones en las ramas de la construcción, alimentos, bebidas, tabaco, energía eléctrica, papel, madera, corcho, muebles y otros.  En 1948 se instala en el país la primera ensambladora de vehículos y con ella nacen otras pequeñas empresas de autopartes que dieron señales de prosperidad en el sector. En Venezuela en las últimas décadas se observa el surgimiento de un conjunto de empresas con base científica y dependiente de una alta capacidad tecnológica. Es cuando surgen entonces las industrias vinculadas a la electrónica y la informática de rápido crecimiento en el país y de un valor estratégico que se considera exitoso. Aun cuando el proceso de transferencia tecnológica ha sido lento, no se pierden las esperanzas de que el proceso de desarrollo industrial recupere el tiempo perdido o haya pagado el alto precio de quedarse rezagado. El proceso de la gestión tecnológica no estará  completo en nuestro país, hasta que los resultados obtenidos de las actividades en Ciencia y Tecnología (C&T), de los emprendedores, de las pequeñas y medianas industrias (PYMES) y de cualquier otra fuente no trasciendan hacia el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, la explotación comercial y la generación de riqueza. Reflexión aparte merece la situación actual de los parques tecnológicos en donde la intención es analizar más profundamente sus objetivos y alcances. Un recuento breve de la historia de estos parques y sus resultados, nos dan una idea de la situación actual de los cuatro Parques Tecnológicos (PT’s) de Venezuela, “creados a principios de los 90 y dentro de cuya evolución se creó la Asociación de Parques Tecnológicos de Venezuela, ASOPARTEC.” Se demostró cómo a pesar de nacer y desarrollarse en un entorno no totalmente favorable para ese entonces se lograron importantes resultados en apenas pocos años de su funcionamiento, lo cual los destaca como una vía factible y exitosa para el negocio de la innovación, la transferencia de tecnología y para el desarrollo regional. Estos logros se evidencian en más de 5 MM$ en nuevas inversiones, más 1,6 MM$ por negociaciones, 31 patentes nacionales e internacionales en proceso de transferencia con empresas tanto nacionales como internacionales, 21 empresas incubadas, 32 empresas instaladas y 156 PYMES involucradas en actividades para el desarrollo de la competitividad nacional”.
Autores:
 Cristina González
Keila Domínguez
Antonela Rangel

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